Pongámonos en contexto. 1985. Una época de hombreras, casetes y grandes sueños futuristas. Los gabinetes de comunicación usábamos la máquina de escribir, el fax, el teléfono fijo y los teletipos. 1985, el año en que Augac se creó en Mallorca, fue también el año en el que un tal Marty McFly se subía al DeLorean para viajar a un futuro lleno de coches voladores y patinetes flotantes. Spoiler: ni lo uno ni lo notro. 

Hoy, 40 años después, vivimos en una era en la que la inteligencia artificial escribe los textos por nosotros, en la que el conocimiento está al alcance de un clic y en la que un tiktoker puede tener más influencia en la formación de un joven que cualquier catedrático. Hemos pasado de enviar comunicados por fax a la interacción en redes sociales en tiempo real. De la nota de prensa al protocolo de crisis en entornos digitales. Hemos aprendido que comunicar es actuar, y que, en tiempos de crisis, el silencio no es una opción. La credibilidad, la coherencia y la rapidez se han convertido en nuestros mayores activos. 

Vivimos tiempos convulsos, en los que triunfa la desinformación y el terraplanismo gana adeptos. No es que estemos en crisis, es que estamos permanentemente navegando el cambio. Ahora las crisis son múltiples, simultáneas y persistentes: climática, tecnológica, de modelo educativo, de sentido. Y en este contexto, la comunicación universitaria ha dejado de ser un simple canal para convertirse en una herramienta estratégica. Desde los gabinetes de comunicación, hemos tenido que aprender a navegar tormentas, gestionar crisis climáticas con discursos responsables, afrontar ciberataques con transparencia, comunicar en medio de un apagón, lidiar con tensiones políticas, e incluso amortiguar el impacto de crisis económicas que amenazan la estabilidad institucional. 

En estas jornadas queremos reflexionar sobre ello. Queremos analizar cómo hemos cambiado y, sobre todo, lo que nos queda por cambiar en un mundo que se desmorona cada semana. Para ello proponemos tres bloques de trabajo: gestión comunicativa de las crisis, redes sociales y nuevos rumbos digitales, y el cambio de paradigma que comporta la inteligencia artificial. 

Así que, compañeras y compañeros, pongámonos el cinturón, porque el viaje empieza aquí y ahora. Y, como bien decía Doc Brown: “El futuro no está escrito. Depende de nosotros, así que hagámoslo bien”.